Raphael de Alfonse de Lamartine
Lamartine es un escritor, poeta y político francés del periodo romántico...mi época literaria favorita.
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"Hay sitios,
climas, estaciones, horas, circunstancias externas de tal modo en armonía con
ciertas impresiones del corazón que la naturaleza parece formar parte del alma
y el alma de la naturaleza; a tal punto que si se separa el drama de la escena
y la escena del drama, aquélla se descolora y el sentimiento se desvanece.
Quitad las playas de Bretaña a Renato, las sabanas del desierto a Atala, las
nieblas de la Suabia a Werther, las cálidas regiones y sus ardientes
melancolías a Pablo y Virginia, y no comprenderéis ni a Chateaubriand, ni a
Bernardino de Saint-Pierre, ni a Goethe. Las cosas y los lugares se unen por un
lazo íntimo, porque la naturaleza es una en el corazón del hombre como ante sus
ojos. Somos hijos de la tierra. La vida que alimenta su sabia y nuestra sangre
es la misma. Todo cuanto la tierra, nuestra madre, parece experimentar y decir
a nuestros ojos en sus formas, en sus aspectos, en su fisonomía, en sus
melancolías o en sus esplendores, tiene eco en nuestro ser. No se comprende
bien un sentimiento sino en los sitios donde ha sido sugerido o engendrado."
"Su
compañía debía serme agradable porque su alma y la mía se hallaban unidas por
el sentimiento común hijo del desencanto. Sufrir los mismos dolores es bastante
mejor que gozar los mismos placeres. EL sufrimiento une dos corazones con
vínculos más fuertes que los de la dicha."
"Yo ni
soñé en ver ni en ser visto y menos aún en amar. Por el contrario, gozaba y me
enorgullecía de ello, con haber logrado desterrar de mi corazón semejante
puerilidad y con bastarme a mi solo para sufrir o sentir en este mundo. En
cuanto a felicidad, ya no creía en ella ."
"En una
palabra, yo tenía inconscientemente todos los pensamientos, todos los
transportes y todos los refinamientos de
la pasión antes de haber sospechado siquiera que amaba. El amor no era en mi
meramente un síntoma, una mirada, una declaración o un signo, contra el cual
pudiera yo prevenirme, era como uno de esos miasmas invisibles de que se halla
a veces saturada la atmósfera, que me rodeaba y me envolvía, en el aire, en la
luz, en el tiempo que pasa, en la soledad de mi existencia, en la misteriosa
atracción de esta otra existencia, al parecer, también sola, en esas largas
excursiones que no me alejaban de ella sino para poseerme más y más del atractivo
irreflexivo que me cautivaba."
"En la
fascinación, en fin, de aquella belleza fantástica, que tanto había contemplado
sin mirarla y que veía cerrando los ojos a través de las pareces cual si fueran
transparentes."
"Hay
seres que brillan, que subyugan, que lo atraen todo hacia su esfera de acción
sin pensarlo, sin quererlo y aun sin saberlo. Diríase que ciertas naturalezas
tienen un sistema como los astros, y que hacen gravitar a su alrededor las
miradas, las almas y los pensamientos de
sus satélites. La belleza física o moral es su fuerza, la fascinación su
poderoso atractivo, el amor su emanación, se les sigue en la tierra y hasta al
cielo adonde remontan su vuelo en la primavera de su vida; después que han
desaparecido la mirada se desvanece y la vista queda como absorta. El vulgo
mismo comprende la superioridad de estos seres yo no sé por qué señales, y los
admira sin comprenderlos como los ciegos de nacimiento que sin haber visto el
sol presienten la impresión de sus rayos."
"Nuestras
vidas continuaron unidas por el espacio, como separadas por el misterio desde
el principio."
"La
tendencia del hombre al amor es tal, que no se cree verdaderamente hombre hasta
el día en que tiene la conciencia de amar con toda su alma. Hasta ese día busca,
se inquieta, se agita y vaga alrededor de sus pensamientos; desde ese día se
para, descansa como quien ha llegado al fondo de su destino."
"Imposible
me hubiera sido explicarme a mí mismo este gozo o más bien esta serenidad
interior. Era a modo de un secreto sin fondo que se hubiera revelado en mí por
sensaciones y no por palabras, una cosa en cierta manera semejante a esa
impresión que experimenta la vista al entrar en la luz después de las tinieblas
o un alma mística al entrar en la posesión de Dios. Era aquello un resplandor,
un desvanecimiento, una embriaguez, un vértigo, una paz sin postración y una
inmovilidad. En aquel estado hubiera podido vivir tantos miles de años como
olas rompía el lago en la arena de su playa, sin notar haber vivido más segundos
que los invertidos en una de mis respiraciones. Tal debe ser para los espíritus
inmortales el cielo, la cesación del sentimiento de la duración del tiempo: ¡un
pensamiento inmutable en la eternidad de un momento!..."