sábado, 22 de enero de 2011

de Rosalía de Castro...

¡Pensamientos de alas negras!, huid, huid azorados,
como bandadas de cuervos por la tormenta acosados, 
o como abejas salvajes en quien el fuego hizo presa;
dejad que amanezca el día de resplandores benditos,
en cuya luz se presienten los placeres infinitos...
¡Y huid con vuestra perenne sombra que en el alma pesa!

¡Pensamientos de alas blancas!, ni gimamos, ni roguemos como un tiempo, y en los mundos luminosos penetremos, 
en donde nunca resuena la débil voz del caído,
en donde el dorado sueño para en realidad segura
y de la humana flaqueza sobre la inmensa amargura,
y sobre el amor que mata sus alas tiende el olvido.

Ni el recuerdo que atormenta como horrible pesadilla, 
ni la pobreza que abate, ni la miseria que humilla,
ni de la injusticia el látigo que al herir mancha y condena;
ni la envidia y la calumnia, más que el fuego asoladoras,
existen para el que siente que se deslizan sus horas
del contento y la abundancia por la corriente serena...



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