domingo, 22 de enero de 2012

REFLEXIONES...

De "Cumbres Borrascosas", Emily Bronte

No sé si será alguna predisposición peculiar en mi, pero suelo sentirme casi dichosa cada vez que tengo que velar a un muerto, siempre que no comparta conmigo el velatorio persona que grite o se desespere.
Siento entonces una calma que ni la tierra ni el infierno pueden turbar; adquiero la certeza de un más allá sin límites ni sombras -¡La Eternidad al fin alcanzada!-, donde la vida se prolonga infinitamente en su duración, el amor en su desinterés, la alegría en su bienestar...


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